Paseando por la jungla, la negra jungla del mundo virtual he dado con unas viñetas y de paso un blog muy bueno sobre comics que son de la propia autora. Las viñetas entre otras hablan de Mawa, La Diosa de la Selva, una verdadera mujer de la Selva. Os dejo algunas de ellas y el resto de la historieta la podreis ver en: http://melinarapiman.blogspot.com Lo recomiendo, es muy bueno.
diciembre 13, 2007
diciembre 10, 2007
noviembre 23, 2007
noviembre 16, 2007
Almendras de Deseo
Y ella escribió «Te echaré de menos» con su barra de labios color granate en el espejo, pensando que no le veria hasta que la caprichosa lluvia así quisiese.
Sin embargo, el destino cercano no quiso que así fuera y un día más fue regalado gracias a un cambio por 15 euros provocado.
Él en su áspera oficina, trabajó durante la hora de la comida para así llegar antes al encuentro de Cecilia
La boca de metro Nuñez de Balboa, entre otras, se convirtió en punto de encuentro durante esos 4 días…testigo de abrazos que cortaban el aire del morboso deseo; dió lugar a situaciones típicas de la rutina. En ocasiones, daba la sensación que hace tiempo que se conocian, que hacia tiempo que incluso convivian, pero sin convivir; viviendo en la lejania.
Y si desea, querido lector, llegar a un punto interesante de este pequeño relato, consiste en algo bastante habitual entre dos, como estar en una cama de 90, sin mucho espacio, destacable por su incomodidad que pasaba desapercibida por la compañía. Ver una película y meterse mano una al otro, como una actividad más en un principio que se convierte en central a cada caricia, cada susurro, cada beso, rodeado de destellos de pasión.
La relación de ambos podria resumirse en diversos, fogosos y esporádicos encuentros, encuentros que habian conseguido estabilizar lo que en un futuro podria describirse de algún modo que aún no sabemos cómo expresar…
Esa noche, esa última noche que compartieron fue insuficiente y dejó ambos cuerpos llenos de ferviente deseo, Él por su lado piensa en el tacto de la piel de Ella, el calor húmedo de su interior, sin poder evitar tocarse mientras recuerda cómo se erizaba su vello al sentir las caricias sobre su cuerpo.
Ella, en la soledad de su tenue habitación, rememora aquellos momentos en los que él decide coger la batuta y guiarla, o casi ordenarla a hacer lo que sus deseos ruegan y no ruegan porque más bien exige que así sean… como masturbarse ante su mirada curiosa, pícara, lasciva.